Una piedra en el camino

Hola mis nenis

Antes de nada no intento ser frívola con este post, intento dar el mensaje de que lamento si tardo en volver, cosa que deseo, de que agradeceré mucho vuestra paciencia porque se que mucha gente abandona su espacio y mi deseo no es tal, si estoy más ausente es debido a lo que expongo en este post, así mismo creo que debo esta explicación a aquellas personas fieles a mi espacio que se preocupan por mí fuera de cualquier barrera y con sus medios posibles. Gracias.

Días desaparecida, mensajes vuestros de preocupación... hoy escribo aquí en el blog sí, pero hace unos días pensaba que no lo volvería a hacer, una piedra se puso en mi camino, en mi riñón el 9 de Agosto mientras disfrutaba de lo que tenían que ser mis días de desconectar; os lo contaba a la vuelta porque muchas os preocupasteis por mis mensajes en twitter y era todo muy incierto, que si infección baja, que si alta, que si esto que si lo otro que sí, que una piedra, una maldita piedra...

Resulta un poco impensable cuando te dan la noticia como una cosa del tamaño de un garbanzo te va a dar tantos problemas, sabes que algo no va bien que duele y molesta, lo que no sabes es lo que se viene encima, lo que suponen los días posteriores a eso: dolor, llanto, pena, impotencia, visitas a urgencias, sensación de muerte, desesperación, depresión y por último desear que ya acabe todo bien o mal que acabe pero ya... así estaba yo la semana pasada empecé a principios a notarme cada vez peor dentro de lo fatal que estaba y cuando se acercaba el fin de semana solo sentía que quería acabar con el sufrimiento como fuera... ¿Ir al médico? llevaba varias visitas sin éxito, el dolor seguía y la piedra no salía, ¿Tomar calmantes? me tomaba de por sí unos 20 al día, ¿Intentar dormir o descansar? es imposible cuando llevas meses soñando con agujas cada vez que duermes por el dolor...

Y así empecé a sentir que quizá acabar con todo era más rápido que el acabar con la piedra, la desesperación y el llanto se apoderaban de mí, ya no podía más, nadie me podía ayudar, nadie que pudiese parecía querer por lo que decidieron por mí que acabara de nuevo en urgencias.
Recuerdo todo, pero lo recuerdo de manera extremadamente lenta y al mismo tiempo rápida aunque inefectiva y dolorosa, intento de alivio rápido, pincharme, agujas, pena... pero no cesaba, es como si el dolor hubiese creado voluntad propia y la suya fuese más tremendamente fuerte que la mía, la piedra la dominaba y desde su pequeño tamaño me estaba rompiendo a mi en pedazos; algo que resulta irónico pues realmente lo estaba haciendo, su fuerza había llegado a tal punto que estaba rompiendo partes de mi riñón y colapsandolo, definitivamente tenía el control de mi vida.

Eternas horas llegaron tras conocer la noticia, noches ingresada sin dormir, llorando, recibiendo calmantes y viendo personal sanitario que se debatía entre que iba a ser lo siguiente que me iban a poner porque ya no existía nada, si hacerme algo o si no, era como ver personas en dos bandos unos que prefieren esperar a que te estés muriendo y otros que quizá podían ver más allá de lo que los libros no enseñan como profesionales sanitarios, y es que más allá de una patología hay una persona...
Las noticias no llegaban, no eran claras, nada parecía seguro salvo el dolor y la esperanza o fe de que alguien, un ángel, decidiese ser guiado a acabar con la maldita intrusa... finalmente, de forma rápida sucedió, el Lunes entraba en quirófano para intentar aliviar y conservar mi riñón que cada vez estaba peor y como una fuerza divina (yo lo llamaré Dios aunque respeto las creencias de los demás) el Miércoles llegó la intervención definitiva que sacó de mí la maldita e hiriente piedra... no parecía posible, dentro del tremendo dolor que supone dos cirugías, con sus anestesias, con todos los calmantes del mundo, con todo en mi mente solo estaba ¿Al fin se acabó?, ¿Se irá el dolor?, ¿Tendré una vida normal? Sí... aún me queda un largo proceso para recuperarme de las cirugías, para que se acabe de curar mi riñón y para dar final caso pues hay un catéter en mí trabajando para ello que, cuando al fin sane del todo, habrá que quitar para ser una persona normal, pero hoy, al fin, desde mi cama, con dolor y lágrimas, lentitud y aturdimiento he logrado coger mi portátil y mirarlo sin sentir desesperación, sin sentir ese dolor...
Agradezco tanto al equipo médico, a mi familia, a mis amigas, a Dios, a todo lo que hizo posible que hoy pueda mirar todo y sentir esperanza, sentir, a fin de cuentas, algo que no es sufrimiento.